El maíz es originario de México. Gracias a los restos de semillas hallados en Tehuacán, Puebla, sabemos que hace siete mil años se inició su cultivo. Su domesticación fue muy importante para que los grupos nómadas se volvieran sedentarios y su cultivo fue el sustento de los pueblos mesoamericanos. El elote, como se llamaba en Mesoamérica (la palabra “maíz” viene del caribe) era el cultivo más consumido y el que más aguantaba las variaciones del clima y, por ello, el más leal y cercano a la vida indígena.
Los mesoamericanos utilizaban el maíz no sólo para la alimentación, sino también como parte importante de sus ceremonias religiosas.
Esto se puede ver en culturas como la mexica, que adoraban a la diosa del maíz, Centéotl; en las de los mayas, con historias como la del Popol Vuh, que cuenta que el hombre fue creado por los dioses con el maíz.
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